Realidad II
Ella subìa la escalera, los escalones de a uno, despacio, sin ruido. Llegò a la puerta y apoyò la mano sobre el picaporte. Deseò que no hubiera nadie en el pasillo (la presencia la aniquilarìa). Abriò. No hubo nadie. Avanzò. Un ruido hizo que se detuviera, un ruido y once màs. Siguiò caminando. Fin del pasillo. Otra puerta, entornada. La puerta chillò. El cuchillo se convirtiò en fauce. Ella en tigre. La bestia saltò. La presa gritò. Los colmillos se deformaron, el cuerpo se afinò, la piel se enfriò, los pelos fueron escamas y
Me despertè de golpe, estaba mareada, el mundo acompañaba el movimiento de mis ojos en derredor y hasta los superaba. El cerebro iba màs lento que los movimientos. Volvì a cerrar los ojos.
El reloj me moviò de mis pensamientos. Silencio. Ruido. Silencio. Tras el sonido metàlico crujìa la madera. Intentè levantarme, pero el cuerpo no pudo acatar. Estaba atada, amordazada. Nada tenìa sentido ahora. Ya no se podìa siquiera hablar de realidad, mucho menos de sentido. Seguì los pasos con los oìdos. Inmòvil-ruido-mareo-gruñido-madera-grito. Mirè atràs para intentar soltar las ataduras... pero ya no habìa sogas ni cadenas. ¿Estuvieron ahì alguna vez en realidad? Realidad... Razòn... Corrì. Lleguè hasta donde escuchè el grito. Una vìvora serpenteò entre mis pies. Desapareciò. Ella se retorcìa, se encogìa, se deshacìa. Desapareciò.
De la soledad. (o Historia de un final)
2 comments:
Freud se haria una panzada con vos , aunque vos te estes o te la hayas hecho con el...
mmm quizàs no termina de entenderse, he aquì un intento de explicaciòn: hay 3 pàrrafos, a cada uno le corresponde un personaje-sìmbolo: la soledad, yo y la razòn. Los dos primeros tienen una relaciòn de continuidad temporal, el tercero no, èste es simultàneo con el primero y con el segundo a medida que se desarrolla.
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