Sunday, June 24, 2007

Fe de erratas

Que cada día me hundo más en la decadencia del páramo, ya lo sé. Corro detrás de la soledad y le beso los talones para que me deje seguir seguiéndole.
La arena y yo, la díada eterna, hastíadas de silencio, bebemos sus huellas, como quien en el colmo del dolor se resigna y pierde de vista a su verdugo.
Y ahora le aclama.

Y yo me pudro de vida, de amor y de infelicidad como si fuera todo lo que esperaba del mundo. Me arrodillo ante quien puede respirar mientras no olvida la última verdad que dijo, y de la que es consecuencia. Causa y efecto no existen.

Con los dientes corto la soga de quien intenta sacarme del pantano y me hago ausencia y me hundo, cada vez más, entre los granos de tiempo del pantano.
Grito mi silencio para que nadie escuche, y así sepan que no soy. Pero tanto mis gritos como los ajenos traspasan como alaridos la membrana que llora por estallar, y dejar de ser, también ella.

A los ojos nada existe. Entre el páramo y yo todo es real.

Corro detrás de la soledad y le beso los talones para que me deje seguir seguiéndole.Pero corremos en círculos, y ya no sé quien va tras quien.

1 comment:

NA said...

Enfermamente sana.